Nota informativa sobre las LÍNEAS DE APOYO PARA LA CULTURA
Al igual que todos los sectores de la cultura peruana, el audiovisual también se vio duramente afectado por la pandemia. La imposibilidad del libre tránsito por razones sanitarias impidió la producción de contenido, tanto así que modificó e influenció la forma de hacerlo en adelante.
Muchos colegas perdieron sus negocios y tuvieron que dedicarse a emprender para poder sobrevivir, otros a tratar de buscar en la profesión alguna habilidad que se pueda desarrollar desde casa como la edición o la creación de contenidos a partir de archivo.
En ese sentido, El Ministerio de Cultura ofreció diversos incentivos por la coyuntura del Covid-19. Entre ellos, uno con el objetivo de impulsar la continuidad de la oferta de bienes, servicios y actividades culturales con la entrega de apoyos económicos a organizaciones.
Yo tenia un particular punto de vista acerca del tema. Si Lo que había desaparecido era la demanda
Nuestro planteamiento ante la situación y las posibilidades de estímulos, no solo se limitó a la oferta cultural como la única afectada sino también a la demanda potencial. Es decir, así como la pandemia nos imposibilitaba producir, esta también evitaba que las empresas, ONG, asociaciones culturales, colectivos, organizaciones de base, etc. puedan demandar contenida cultural audiovisual ya que tenían urgencias mayores que atender.
Además, lo que se había roto también era la red de trabajo. Ante la precariedad de la industria cultural peruana, nos organizamos en redes de trabajo, esa es nuestra forma de relacionarnos con el ecosistema cultural.
Entonces nuestro proyecto tuvo dos ejes; el primero fue emplear en el marco de la propuesta a trabajadores/as del audiovisual que también habían visto afectado su trabajo, y segundo, ofrecerle (de forma gratuita) el producto audiovisual resultante del proyecto a organizaciones que se encontraban en problemas por la pandemia pero que en condiciones normales hubieran podido requerir un producto audiovisual cultural.
La tarea no fue fácil, muchas asociaciones culturales habían dejado de operar. Otras no quisieron participar del proyecto ya que consideraban que tenían otras prioridades. El riesgo de contagio también fue un factor de rechazo.
Sin embargo, encontramos en el Centro Cultural Amador Ballumbrosio en El Carmen, Chincha y la Organización Mujeres Guerreras de José Carlos Mariátegui, Sector Paraíso, Villa María del Triunfo, dos socios para poder producir los proyectos.
La experiencia con el Centro Cultural Amador Ballumbrosio fue magnífica. A pesar de que Chincha fue durísimamente golpeada por la pandemia y si bien nos encontramos con que el CCAB había dejado de operar abiertamente al público, se las habían ingeniado para emprender un par de negocios y hacerlo de forma comunitaria. También, a nivel cultural, habían transformado la biblioteca del centro en una rodante, que iba de casa en casa ofreciendo y prestando libros. Ellos nos abrieron las puertas y pudimos escuchar cuales eran sus necesidades y objetivos sobre el contenido audiovisual que íbamos a producir. El resto del trabajo fluyó de forma satisfactoria ya que el centro es un pilar cultural de El Carmen y sus integrantes y usuarios son personas admirables.
Por otro lado, la experiencia en Villa María del Triunfo nos planteaba un escenario más complicado. El abandono del estado y la imposibilidad de garantizar la seguridad alimentaria para con la periferia de Lima se acrecentaron durante la pandemia. Uno de los resultados fue la creación de las ollas comunes en muchos barrios y especialmente en los cerros de Lima. La respuesta de la población ante la incompetencia y desamparo de las instituciones, como la de salud publica, fue la organización. A través de los nexos más cercanos, de forma vecinal, las personas se empezaron a asociar para poder organizar algo tan básico como su alimentación.
La explosión de las ollas comunes fue un fenómeno nacional que llegó a activar, solo en Lima, según la Gerencia de Participación Vecinal de la MML en su Guía de Réplica Manos a la olla de Febrero de 2021, entre julio y setiembre del año 2020, se registró un aumento de ollas comunes de 377 a 901.
Según el informe Supervisión a municipalidades: asistencia a ollas comunes durante la pandemia – Adjuntía para los derechos de la mujer programa de descentralización y buen gobierno – Serie Informes Especiales n.° 010-2021-DP:
“En febrero de este año, se identificó a 974 ollas comunes georreferenciadas pertenecientes a 31 distritos de Lima Metropolitana. Además, se recolectó 320 toneladas de alimentos provenientes del apoyo de ONG y empresas públicas y privadas. Esto permitió proveer donaciones a un total de 355 ollas comunes de 21 distritos, ofreciendo más de 306 727 raciones de comida52. En un trabajo de investigación, realizado a fines del año 2020, en el que se encuestó a mujeres en Lima Metropolitana, se identificó que el 78.33 % de ellas señaló que las ollas comunes a las que pertenecen se sostienen económicamente mediante el autofinanciamiento, el 21.4 % recibe financiamiento de la municipalidad y el 14.3 % de las ONG53. Asimismo, la Defensoría del Pueblo, en el último semestre del 2020, realizó una supervisión a 125 municipalidades a nivel nacional y 258 comedores populares de estas jurisdicciones, advirtiendo que el 51 % de estas comunas registraron un aumento de usuarias/os y el 76 % no contaba con los insumos necesarios para afrontarlo54. Con relación a ello, hasta junio de 2021, la MML tenía registradas 1812 ollas comunes55: existe un crecimiento continuo de las ollas comunes. La principal fuente de financiamiento de estas iniciativas ha sido la proveniente de donaciones de sectores privados56, lo que no garantizaba el alcance y subsistencia de esta medida.”
Sin embargo, nos encontramos con un grupo de mujeres lideresas incansables en su lucha y activismo comunitario, en el Sector Paraíso de VMT. Su bienvenida calurosa y de corazones abiertos, generó un vinculo con nosotros que permanece hasta el día de hoy.
En conclusión, las lineas de apoyo para la cultura del MINCUL nos permitieron impulsar la oferta de nuestros servicios culturales, el trabajo en red y comunidad como forma de trabajo de las y los trabajadores del audiovisual y en general de la cultura en el Peru, y también generar una demanda necesaria de este tipo de productos audiovisuales.